¿Cómo surge la idea de crear un hogar para chicos que sufren discapacidades mentales y además carencias económicas y afectivas?

Su fundadora cuenta qué la movilizó a la hora de descubrir esta Misión y relata cómo vivió los momentos cruciales donde el dolor se puede rechazar o abrazar.

Una niña muy bella…

En una breve e intensa charla, María Mercedes Rom de Alfonso, fundadora del Hogar de María, nos cuenta cómo creció en su interior la idea de establecer un lugar de estas características:

“Muchas y muy profundas han sido las vivencias que le han ido dando forma en mi corazón y en mi mente. Crecí junto a una hermana con una grave lesión cerebral, lo que hizo que desde chica experimentara lo que significa la invalidez en una familia. Fui creciendo rodeada de todo lo relacionado con una vida ligada a médicos, psicólogos, neurólogos, terapeutas y otros especialistas que atendían a mi hermana, compartiendo naturalmente la vida con ella, que era “diferente” a los demás niños”.

En el corazón de Mercedes quedaron almacenados momentos muy profundos de toda esa niñez, adolescencia y juventud junto a su familia.

Una circunstancia agravante: la pobreza

Preguntarse qué impulsó a Mercedes a fundar el Hogar de María es inevitable. Y escuchar su explicación es música para los oídos:

“Descubrí lo que significaba la deficiencia mental unida a la pobreza. Muchas de las familias que asistían a los encuentros de estas organizaciones eran sumamente pobres y se hacía imposible para ellos poder brindarles a sus hijos los cuidados básicos indispensables. Compartiendo su angustia le pedí a la Santísima Madre que me mostrara lo que el Señor quería de mí. No en vano me había criado en una familia con una hermana con una deficiencia mental, y no en vano Dios nos había regalado una hija con síndrome de Down. No en vano nos había dado la posibilidad de poder brindarle a ambas lo que necesitaban para poder crecer y desarrollarse como dignas hijas de Dios.

¿Qué debía hacer entonces frente a esta realidad de familias que no contaban con los medios necesarios?”.

Solo le bastó escuchar a aquellas madres, con sus niñitos en brazos, llenas de inseguridad y dolor, igual que ella, pero sin los medios para dar los primeros pasos y así ayudar a sus hijos.

También comenzó a descubrir que muchos de esos niños ni siquiera tenían mamá y papá, abandonados a causa de su deficiencia irreversible.

Entonces no hizo falta nada más.

“María, en nuestra profunda Alianza de Amor, me hizo sentir la voz de nuestro Señor: Algo hay que hacer”.

La Misión de mi vida

Mercedes Rom confiesa:

“Sentí muy hondo en mi corazón que María me había regalado la posibilidad de descubrir la “Misión de mi vida”.

Además de ser mamá de mis hijos, serlo también, en alguna medida, de aquellos niños que no tenían el más bello tesoro que toda persona debiera poseer en el momento de nacer: una familia.”

Así, en Mercedes se gesta el proyecto de fundar un Hogar donde cobijar de la mano de María a aquellos niños discapacitados mentales que no tenían aquel núcleo de amor.

Hoy, el Hogar de María es una Asociación Civil sin Fines de Lucro con un equipo de profesionales especializados en discapacidad mental, personal de servicio y más de cuarenta voluntarios que tejen día a día una sólida red de corazones para llevar a cada niño del Hogar la caricia de Dios Padre, que completa la dignidad de su existencia.

Recuerdos y aprendizajes que la acompañarán siempre.

Mercedes creció y llegó el momento de formar su propia familia.

Se casó con Fernando y tuvo tres hijos. Luego llegaron a ser cinco cuando nacieron las mellizas: Inés, chiquita, bonita y llena de vida y Pilar, una niña muy bella con síndrome de Down.

Mercedes y su esposo vivieron momentos muy difíciles.

Un dolor para abrazar o para rechazar

Así lo explica Mercedes cuando describe su experiencia después del nacimiento de sus hijas mellizas.

“Tuvimos momentos de mucha incertidumbre, inseguridad, angustia, temor y también dolor. Un profundo dolor que Dios Padre nos ofreció con su inmenso amor. Un dolor para abrazar o para rechazar. Un dolor como sólo Dios puede ofrecer y que, con la inmensa libertad que nos regala, nos permite aceptar o no”

El interrogante surge inmediatamente, ¿Cuál es la fuente del Sí de Mercedes a este dolor?

Su respuesta no tarda:

“Nuestra unión a la Virgen María nos llevó a abrazar ese dolor y acogerlo en nuestro corazón. Fue su inmenso amor de Madre el que nos ayudó a transformar ese dolor en desafío de amor. Un amor nada ingenuo, un amor que traspasa el propio yo, para aceptar el amoroso designio de Dios en el hijo diferente, el hijo de mente lenta, andar torpe, de poca armonía física, pero con el  corazón lleno de amor celestial, libre de egoísmos”.

Pasaron unos meses. No muchos, tal vez dos o tres, y Mercedes, junto a su esposo, se acercaron a asociaciones que ayudaban a familias con niños con deficiencias mentales.

“Necesitábamos la ayuda de otros padres que experimentaron lo mismo que nosotros”, asegura la fundadora del Hogar de María que agrega:

“Comencé a trabajar como voluntaria en una de estas asociaciones, y descubrí que, aun teniendo un gran dolor en nuestro corazón, con solo mirar a nuestro alrededor, se puede encontrar a alguien que sufre aún más y que necesita de nuestro apoyo y de nuestra alegría”.

“A veces ni sospechamos que esa alegría anida en nuestro corazón, y que, por la Gracia de Dios, podemos ofrecerla a ese hermano que sufre”.